Escucha, pastor de Israel, que guías a José como un rebaño, tú que te sientas en los querubines
resplandece delante de Efraín, Benjamín y Manasés. ¡Despierta tu valentía, ven y sálvanos!
Vuélvete, Señor de los ejércitos,
observa desde el cielo y mira:
ven a visitar tu vid,
la cepa que plantó tu mano,
el retoño que Tú hiciste vigoroso.
Que tu mano sostenga al que está a tu derecha,
al hombre que Tú fortaleciste,
y nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
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