Así habla la esposa:
En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré!
Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas, buscaré al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré!
Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: "¿Han visto al amado de mi alma?".
Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma. Lo agarré, y no lo soltaré hasta que lo haya hecho entrar en la casa de mi madre, en la habitación de la que me engendró. El Amado
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