Dios mío, yo pongo en ti mi confianza;
¡que no tenga que avergonzarme
ni se rían de mí mis enemigos!
Ninguno de los que esperan en ti
tendrá que avergonzarse:
se avergonzarán los que traicionan en vano.
Haz, Señor, que conozca tus caminos, muéstrame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,
Yo espero en ti todo el día,
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud:
por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.
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